Un informe mundial muestra que los países menos desarrollados han doblado el uso de estos fármacos.
En 2000 los países que más antibióticos usaban eran, por este orden, Francia, Nueva Zelanda y España. Quince años más tarde, los tres mayores consumidores per cápita son Turquía, Túnez y de nuevo España. Un estudio muestra que, salvo la anomalía española, la mayoría de los países más ricos han reducido el consumo de estos fármacos en lo que va de siglo, aunque modestamente. Mientras, los países menos ricos han doblado su uso, lo que está agravando el problema de la aparición de resistencias bacterianas.
«El consumo total de antibióticos en España subió un 35% entre 2000 y 2015, pasando de 500 millones a 700 millones de dosis diarias definidas (DDD, principal forma de medir el consumo de fármacos)», dice el autor sénior del estudio y director del Centro para la Política, Economía y Dinámica de las Enfermedades (CDDEP), Ramanan Laxminarayan. «La ratio per cápita subió un 17%, desde las 34,3 DDD a las 40,1 DDD por cada 1.000 habitantes y día. Es la ratio de uso más alta de cualquier país de ingresos altos y la tercera del global», añade este investigador que lleva años alertando de los riesgos del abuso de los antibióticos.
Estos datos, recién publicados en la revista científica PNAS se basan en una muestra de las ventas de antibióticos en 76 países. De entre los europeos, solo Grecia, Rumanía y Francia, en cuarto, sexto y octavo lugar respectivamente, se acercan a las dosis españolas. Los datos, van en la línea de los publicados en noviembre pasado por el Centro Europeo para el Control y Prevención de Enfermedades (CECPE), aunque en este caso solo contaron los antibióticos expedidos con receta desde los servicios públicos de salud.
En 2000, los tres primeros países eran Francia, Nueva Zelanda y España, en 2015 son Turquía, Túnez y España
España no aguanta la comparación con los países del norte de Europa. Entre los más ricos, los que menos abusan de los antibióticos son los noruegos, los suecos, los alemanes o los suizos. El caso más extremo puede ser el de los Países Bajos, donde hay un consumo per cápita de 15 DDD por las 40 de los españoles. «Los países nórdicos tienen fuertes programas de administración antimicrobiana y han destacado la importancia del problema del desarrollo de resistencias mucho antes que el resto del mundo», apunta Laxminarayan.
Pero es que otros países que acompañaban a España en la cabecera de la lista a comienzos de siglo, como Francia, Nueva Zelanda o Estados Unidos, se han caído de los primeros puestos. En los tres casos se han producido descensos aunque modestos en el consumo de antibióticos. En realidad, son los nuevos países de niveles medios o en vías de desarrollo los que han aumentado el consumo, a veces de forma explosiva, como en India, Vietnam, Túnez o Argelia. ¿Qué hace España en esa liga?
«En los hospitales estamos como en el resto de Europa, el problema está en la comunidad, en la atención primaria», sostiene el director de la Iniciativa de Resistencias Antimicrobianas de ISGlobal, Jordi Vila Estapé. «En otros países, la prescripción de antibióticos es muy restringida», añade el también jefe del departamento de Microbiología Clínica del Hospital Clínic. En el norte europeo, por ejemplo, existe la figura de la prescripción derivada: el médico da la receta, pero el paciente debe esperar 24 o 48 horas antes de ir a la farmacia, un tiempo en el que muchas enfermedades remiten sin necesidad de antibiótico alguno.
Los datos globales del estudio del CDDEP muestran que el consumo total de antibióticos ha subido un 65% desde 2000, de los 21.000 millones de DDD hasta las 34.800 de 2015. Si la cuenta se hace per cápita, se ha pasado de 11,3 a 15,7 DDD por cada 1.000 habitantes y día. La mayor parte de este aumento se ha producido entre los países menos desarrollados. De hecho, los ricos han descendido su consumo mientras que el resto lo ha aumentado (un 114% total y un 77% per cápita).
Pero las cifras totales esconden una clara desigualdad en el acceso a estos medicamentos. Mientras en los países más ricos la ratio por cada 1.000 habitantes y día es de 27,7 DDD, en los más pobres se las tienen que apañar con 11,9 DDD. Y eso que, en muchas de estas regiones la incidencia de las infecciones bacterianas es mucho más elevada. La proyección para 2030 que hacen los investigadores impresiona: si no se limita el uso en los países más ricos y el resto se acerca a sus niveles, en 2030 el consumo de antibióticos se habrá doblado hasta los 128.000 millones de DDD y una ratio por cabeza similar a las de España.
Los países más pobres usan aún un tercio de los antibióticos consumidos en el primer mundo
El peligroso resultado de este abuso de los antibióticos es y será más en el futuro la aparición de resistencias entre las bacterias a las que estos fármacos debían combatir. En muchos de los países en desarrollo, recuerda Vila, «no disponen de los antibióticos de primera línea, generalmente más caros, por lo que acaban abusando de los más baratos». El control, además es inexistente, «puedes comprarlos en cualquier mercado», añade
En cuanto a los países ricos que abusan, como España, «hay una cultura de usarlos ante la menor duda, tanto entre la población como entre los médicos», dice el doctor del Hospital Universitario Virgen Macarena y coordinador de la Red de Investigación en Patología Infecciosa, Jesús Rodríguez Baños. En 2013 se diseñó un plan estatal para controlar el uso de los antibióticos y frenar la aparición de resistencias. Pero, como dice Rodríguez Baños, ajeno a este estudio, no lo han dotado de fondos, «frenar las resistencias parece que no es una prioridad para los gestores sanitarios».
El año pasado, la OMS alertaba de que en unas décadas la principal causa de muerte podría venir de las infecciones provocadas por bacterias resistentes y superbacterias para las que no haya antibióticos, en buena medida por su abuso hoy.
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