Numerosas industrias y distribuidoras se apuntan a la tendencia de no vender huevos de gallinas enjauladas. El sector afronta con ello una posible reconversión, seis años después de la última.
Las llamaron “gallinas felices” cuando la ley comunitaria obligó en 2012 a los productores de huevos a mejorar el sistema de jaulas, un método que sólo seis años después vuelve a estar en el punto de mira y proliferan los anuncios de compañías que se desmarcan de este método de producción.
Esos “lujos” derivados de la norma de bienestar animal (un espacio suficiente para comer, un aseladero en el que dormir, un ambiente oscuro para la puesta, baño de arena o rascador de uñas) no son ahora vistos como tales por numerosas industrias y distribuidoras, que quieren prescindir de los huevos de gallinas en jaula.
Ebro Foods ha sido la última gran empresa en sumarse a esta tendencia y todo hace pensar que de aquí a unos años habrá explotaciones que tendrán que acometer nuevas inversiones para dejar las jaulas a un lado y optar por otro sistema de producción.
Si todas pasasen a ser camperas…
En España, el 90 % de la producción es en jaula, lo que supone 41 millones de ponedoras, que si pasasen a ser camperas o ecológicas necesitarían, para cumplir con la ley, 161 millones de metros cuadrados al aire libre (el equivalente a unos 22.500 campos de fútbol como el Santiago Bernabéu o el Camp Nou).
No obstante, es previsible que ni todas las explotaciones dejen de producir en jaulas, ni todas las que decidan cambiar lo hagan por el modelo campero o ecológico, según asegura a Efeagro la directora de Aserphu, Mar Fernández. Optar por el sistema de suelo parece ser la opción más viable, porque los productores podrían reutilizar las mismas naves en las que se alojaban las jaulas.
Es una opción, apunta Fernández, más barata para los ganaderos y, de momento, ese sistema de producción -en el que la gallina se puede mover dentro de una nave- cuenta con el visto bueno de las industrias y distribuidoras alimentarias.
El sistema de suelo, además, presenta fortalezas frente al campero y al ecológico porque al estar bajo techo se resguardan de los ataques de depredadores y del posible contagio de enfermedades, como la influenza aviar por el contacto con aves silvestres.
Un huevo horizonte y una nueva reconversión
Se abre así un nuevo horizonte de cambio para la producción de huevos en España y el resto de la Unión Europea, que puede llevar a una nueva reconversión, pocos años después de la última vivida tras la citada norma.
Toda reconversión, como recuerda Fernández, la sufren los bolsillos de los productores, muchos de ellos aún pagando las inversiones que tuvieron que hacer en 2012 y que rondaron, en total, los 600 millones de euros. Fernández calcula que pasar a sistemas alternativos al de jaula puede costar ahora unos 800 millones de euros.
Pero en la reconversión de 2012 también sufrió la economía del consumidor, ya que el precio del huevo subió por la reducción de la oferta: la nueva ley exigía más espacio para las gallinas en jaula, lo que llevó a un descenso de la cabaña avícola de puesta (-23 % en pocos meses) y, por tanto, de la producción de huevos.
Las propiedades nutritivas o el sabor están en el mismo nivel para todos los tipos de huevos, según recuerda Fernández, que también alude al aumento de los costes en la producción en los sistemas alternativos a las jaulas.
Mejorar los estándares de bienestar animal es el motivo más repetido por las empresas que ya han anunciado medidas en este sentido, como Lidl, Mercadona, El Corte Inglés, Dulcesol o Ebro Foods, y que han sido respaldados por entidades animalistas. Una tendencia que muchos dan por irreversible y que puede hacer que en los próximos años el sector avícola de puesta se enfrente a su enésimo reto.
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