Las explotaciones ganaderas deben de cumplir con unos requisitos en materia de higiene y sanidad animal, con el objetivo final de garantizar la seguridad y la calidad de sus producciones. Para esto, realizaremos una buena limpieza de las instalaciones y su posterior desinfección, dividiéndola en una serie de pasos e intentando ser siempre muy mecánicos para que no se nos quede ninguno atrás.
Esquema protocolo de limpieza:
1.- Retirada del estiércol. Debe hacerse en las primeras 24 horas tras la salida de los animales. A continuación deberíamos de barrer o soplar las naves para eliminar mucha materia orgánica, lo que nos facilitará en gran medida la limpieza del suelo.
2.- Limpieza de depósitos e interior de tuberías. Hemos de tener en cuenta qué productos les hemos introducido durante el lote, ya que si eran ácidos deberíamos buscar productos básicos para su limpieza, dado que el biofilm que se ha producido es ácido. Si necesitamos ganar tiempo podemos realizar este paso antes de retirar el estiércol; así, el producto actuará mientras nos dedicamos a otras tareas.
Para esta limpieza, debemos de introducir la dilución de agua con el producto que vayamos a usar en el interior de los lineales, en el porcentaje que nos indique el fabricante. La idea es llenar todas las tuberías con al dilución y dejarla en el interior actuando. Una vez pasadas unas 3-6 horas, siguiendo las indicaciones del fabricante, procederemos al vaciado de los lineales, dándole entrada de agua limpia, con las puntas abiertas para que el agua “sucia” salga por el extremo.
3.- Rociar los bebederos con ácido. dependiendo de la zona donde esté ubicada la explotación, y de la calidad de las aguas que tenga, es muy común que justo antes de empezar la limpieza de las instalaciones tengamos que rociar los bebederos con un ácido (existen varios en el mercado), para eliminar acúmulos de cal. Dejaremos actuar el ácido durante 20 a 40 minutos para posteriormente enjuagarlos.
4. Limpieza de las instalaciones. Es fundamental e imprescindible usar un detergente espumante (hay muchísimos en el mercado), con capacidad de permanencia en las distintas superficies, ya que cuanto más aguanta la capa de espuma en un estado homogéneo y fresco, mayor será su poder de arrastre y de disolución de las grasas propias de la materia orgánica. Lo ideal es que aguante como mínimo, y en condiciones de campo, unos 30-40 minutos. Hemos de recordar, también, proteger todos aquellos elementos de las instalaciones susceptibles de sufrir daños por agua.
La forma de aplicar el detergente es una pieza clave en todo el proceso de limpieza. Habitualmente hay dos formas: mediante baja presión añadiendo un caudal de viento, usando compresores; o mediante alta presión y la utilización de venturi. Ambos sistemas son factibles; la única diferencia es que con la alta presión se tarda menos y la aplicación es más homogénea.
La aplicación de la espuma se debe de realizar de la parte inferior de la nave hacia la superior. Así, la espuma de abajo sirve de aguante para la de arriba, y la persistencia es mayor. El baldeo de la nave, en cambio, debe de realizarse de la parte superior a la inferior. Lo ideal es comenzar a baldear techos y paredes, después comederos y bebederos, y por último, subirlos al techo para limpiar el suelo y evitar salpicarlos.
Si hacemos muy sistemático el proceso de limpieza evitaremos fallos humanos y olvidos, y optimizaremos el tiempo. Una buena limpieza disminuye la carga microbiana, eliminando gran cantidad de materia orgánica y mejorando el rendimiento del desinfectante que usamos a continuación.
Es aconsejable que los equipos de trabajo para limpiar las naves consten, como mínimo, de tres personas, una aplicando espuma y dos baldeando. A partir de ahí, si necesitamos reducir el tiempo de limpieza, y dependiendo de la maquinaria de la que disponemos, podremos ir añadiendo más personal.
5.- Desinfección. Una vez realizada la limpieza de todas las instalaciones, pasaremos a la desinfección de las mismas. Gracias a la limpieza hemos eliminado materia orgánica y disminuido la carga microbiana de las instalaciones, con lo que mejoraremos el rendimiento del desinfectante que usemos.
Para elegir el desinfectante a usar hemos de tener en cuenta las características de los mismos (ver tabla adjunta), como son la efectividad ante los distintos tipos de microorganismos, los tiempos de contacto con las superficies a tratar, y la inactividad de los principios activos ante la presencia de materia orgánica.
Los desinfectantes más comunes de usar son los aldehídos, que tienen una efectividad bastante interesante frente a todo tipo de microorganismos y en unos tiempos de contacto relativamente cortos. Suelen venir, además, mezclados con amonios cuaternarios. Otros de los más usados son los peracéticos mezclados con peróxidos y acéticos, que presentan una gran efectividad ante todos los microorganismos gracias a su acción oxidante sobre las membranas externas y a su bajo tiempo de contacto para ser efectivos (aunque uno de los problemas que suele tener es la inestabilidad de sus principios activos). Y otro de los más utilizados es el monopersulfato, con innumerables estudios sobre su efectividad.
Para llevar a cabo una buena desinfección de las instalaciones, tenemos que tener muy en cuenta los metros cuadrados de superficie y multiplicarlos por 2,5-3. Con esto obtendremos los metros totales de superficie a desinfectar, y dependiendo de la rugosidad de paredes y suelos, tendremos que movernos entre los 300-400 ml por metro cuadrado, y a las dosis que nos indiquen los fabricantes. La cantidad de dilución a utilizar es uno de los puntos mas importantes a considerar para una correcta desinfección.
También es importante la limpieza y desinfección de los exteriores de las naves, sobre todo por las zonas por donde sale el estiércol, ya que si hemos tenido algún problema sanitario, es normal que queden restos del mismo y que se produzca una contaminación sobre el siguiente lote. Igualmente hemos de considerar la limpieza y desinfección de los silos, depósitos de agua, cuartos y vestuarios.
La realización de una buena limpieza y una buena desinfección hay que verla siempre como gastos en inversión, ya que con la perfecta ejecución de las mismas iremos mejorando poco a poco la sanidad de nuestra explotación, y sus números y rendimientos.
Fuente: revista avinews.