Europa ha prohibido la importación de animales para caza, mientras Dinamarca, primer productor en la UE, construye una valla para impedirles pasar la frontera
La peste porcina africana vuelve al foco de atención. Las noticias sobre su expansión se multiplican desde hace semanas y con ellas el riesgo de que la peste se convierta en una epidemia global que llegue hasta nuestras fronteras causando estragos. Se trata de una enfermedad altamente contagiosa causada por un virus, que si bien no es peligrosa para las personas, puede provocar hemorragias y la muerte en los cerdos domésticos. Se conoce desde 1910 y su llegada a España preocupa porque el sector ya ha vivido de primera mano las consecuencias de este virus: a finales de los años 50 llegó hasta la península procedente de Angola –el contagio tuvo lugar en un aeropuerto luso debido a la ingesta por parte de una jabalíes salvajes de residuos cárnicos porcinos– y supuso límites a las exportaciones españolas hasta 1995.
El virus volvió a salir de África y a aparecer en la región del Cáucaso en 2007, aunque desde el año pasado los focos se han multiplicado. Se ha detectado en Lituania, Letonia, Estonia, Hungría, Polonia, Rumanía (esta semana se sacrificaban 140.000 ejemplares), República Checa, Rusia, Bielorrusia, Moldavia y Ucrania. También se ha detectado su presencia en diferentes puntos de China, donde se han sacrificado unos 20.000 cerdos, y en Japón. De hecho, la FAO ya lo considera entre las enfermedades animales más a tener en cuenta, junto a la influencia aviar (algunas cepas sí son contagiosas para los humanos) y la peste de los pequeños rumiantes. El caso de China es realmente preocupante, incluso a nivel económico, ya que se trata del primer productor porcino del mundo, con 500 millones de cerdos, lo que es lo mismo la mitad de la población mundial. «El hombre ha sido el principal irresponsable de que se haya extendido el virus. En China, donde vemos que la enfermedad ha dado saltos de hasta 1.000 km, la expansión se debe a productos cárnicos contaminados o residuos que se han eliminado mal. En el este de Europa, donde vemos que la enfermedad se ha expandido estos años a un ritmo más lento, la fauna silvestre juega un papel fundamental», explica Juan Lubroth, jefe del Servicio de Sanidad Animal de la FAO.
España no corre peligro inminente, al menos tan elevado como Alemania o Dinamarca, pero los controles y las precauciones se están intensificando; el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente ha elaborado y publicado en 2018 un Programa Nacional de Vigilancia en el que afirma que: «existe un riesgo constante de diseminación de la enfermedad siendo los factores de riesgo más importantes la introducción de carne de cerdo infectada y el movimiento de jabalíes infectados (reservorio natural del virus)». Hay que recordar que España es el segundo productor de porcino de Europa; el sector tiene un valor equivalente de unos 7.000 millones de euros y representa el 36,8% y el 14,4% de la producción final ganadera y agrícola respectivamente. Un foco en España pondría en peligro las exportaciones, que son más o menos el 40% de la producción total y un 15% del sector ganadero en su conjunto. «El riesgo de contagio para las granjas españolas es limitado debido a que el 99% de las granjas son intensivas, sin embargo la alarma es mundial porque el virus se disemina fácilmente. No lo hace por el aire pero puede producirse por el contacto con animales enfermos, productos que contengan el patógeno o puede viajar en vehículos entre explotaciones. El problema gordo lo tienen en el norte de Europa, donde las granjas son pequeñas y en España las zonas de dehesa, como Extremadura y Andalucía, donde se concentra ese 3% de actividad extensiva», explica Antonio Palomo, miembro de la Sociedad Científica Española de Protección y Bienestar Animal. Hay que tener en cuenta que no existe una vacuna contra la enfermedad y cualquier entrada no controlada puede ser fatal. De hecho, algunas publicaciones como «The Guardian» afirman que no se trata de si llegará o no a este lado de Europa sino de cuándo lo hará. «La probabilidad de entrada ha ido aumentando en los últimos meses. El riesgo cero en temas de sanidad animal no existe, además si se tiene en cuenta que estamos en un mercado globalizado, los movimientos de personas y mercancías y el trasiego de cazadores hacia Europa las probabilidades se van sumando», opina Antonio Arenas, catedrático del área de Sanidad Animal de la Universidad de Córdoba y presidente del Colegio de Veterinarios de Córdoba.
El riesgo de los animales salvajes es tal que Dinamarca, otro de los grandes productores de porcino de Europa, ha decidido construir una valla en el límite con Alemania para evitar que los jabalíes entren. Otra forma de entrada de animales salvajes es la compra venta para cotos de caza. En este sentido, el partido Equo lanzaba la alarma en primavera tras conocerse la importación a España de jabalíes desde Hungría (donde se habían detectado casos). No hay datos oficiales sobre cuántos jabalíes se han importado desde el este de Europa en estos años de alerta de peste porcina africana.
El 5 de junio, Europa decidió prohibir los movimientos de jabalíes entre estados miembros y hacia terceros países para evitar la propagación. Una medida que en España ya había sido solicitada por la Real Federación Española de Caza, tal y como recuerdan sus portavoces. «Entre 2016-2018 entraban jabalíes en los cotos que los compraban. La prohibición es buena pero hay que seguir vigilando las fronteras y asegurar el origen de cualquier animal que venga de fuera, tanto de los de granja como de los silvestres. Tanto cazadores como transportistas como ganaderos y personas originarias de los países afectados tiene que extremar las precauciones para no traer entre las ropas el virus», afirma Rossend Saltivieri, responsable de porcino de la Unión de Uniones de Agricultores y Ganaderos. En definitiva, los sectores implicados piden a sus miembros responsabilidad y pulcritud a la hora de respetar las normas de bioseguridad; para aquellos cazadores que decidan viajar al centro y este de Europa a realizar esta actividad, además de una buena higiene, se recomienda evitar el contacto con explotaciones al menos durante tres días después del regreso. Especial cuidado merecen los trofeos y los productos cárnicos, puesto que mantienen el patógeno durante mucho tiempo. «Incluso se sospecha que se mantiene activo de forma indefinida en los congelados», dice Lubroth. Los cazadores también piden que se aumenten los cupos para cazar ejemplares de la Península para que, en caso de que entre el virus, no tenga tanta facilidad para expandirse. Sin embargo desde Equo advierten sobre «el peligro de importar especies exóticas, en el caso del jabalí simplemente porque son más grandes como trofeos. Es innecesario, porque si hay algo en España son jabalíes. El riesgo de enfermedades por introducir especies exóticas es muy alto» afirma Juan López de Uralde, coportavoz Federal de Equo.
www.larazon.es