La concentración es muy inferior al límite para el consumo humano pero sí afecta a las abejas.

Los pesticidas pasan al sistema nervioso de las abejas al libar el néctar. 

El análisis de una muestra de mieles de todo el mundo ha hallado restos de modernos pesticidas en la mayoría de ellas. La concentración residual está muy por debajo de los límites impuestos en la Unión Europea para el consumo humano. Sin embargo, los niveles detectados sí podrían estar afectando a las abejas.

Con la colaboración de decenas de voluntarios, un grupo de científicos ha reunido 198 muestras de miel procedentes de los cinco continentes (siete de ellas obtenidas en España). Las analizaron en busca de cinco de los principales neonicotinoides. Estos pesticidas sistémicos, basados en la nicotina, se aplican generalmente a las semillas y se despliegan por toda la planta a medida que crece, flores y frutos incluidos. Actúan sobre el sistema nervioso y, en principio, solo afectan a invertebrados que se alimentan de las plantas tratadas, siendo inocuos para los vertebrados, como los humanos.

Casi la mitad de las muestras tenían residuos de dos o más neonicotinoides

Los resultados de la investigación, publicada en la revista Science, han encontrado que el 75% de las muestras de miel contenían trazas de al menos un neonicotinoide. Casi la mitad de las mieles analizadas tenían restos de dos o más de estos pesticidas. Incluso un 10% de los botes contaban con un cóctel de cuatro o cinco de estos pesticidas. Geográficamente, el porcentaje de mieles con residuos es mayor en las muestras procedentes Norteamérica (86%), Asia (80%), y Europa (79%). La miel con menores trazas procede de América Latina (57%) y Oceanía (64%). En cuanto a las siete españolas, dos no presentaban rastro de neonicotinoides y solo otras dos tenían trazas de tres de ellos.

«Pensábamos que íbamos a encontrar muchas muestras contaminadas, pero no el 75%. Buena parte de ellas proceden de zonas remotas o de áreas en su mayoría naturales y por eso los resultados son aún más impactantes», dice el biólogo de la Universidad de Neuchâtel (Suiza) y principal autor del estudio, Edward Mitchell. «Además, que el 45% presente múltiples contaminaciones es un porcentaje alto y preocupante, ya que no conocemos bien el impacto de estos cócteles. Y solo hemos analizado cinco de los aproximadamente 500 que hay. Así que se pueden imaginar que es solo la punta del iceberg», añade

A pesar del alto porcentaje de muestras que dieron positivo en al menos uno de los neonicotinoides, «las concentraciones están, en todos los casos, por debajo de los límites aceptados para consumo humano tanto en la regulación europea como la estadounidense», aclaran los autores. En concreto, la media de cantidad de pesticida en las muestras positivas es de 1,8 nanogramos (ng) por gramo de miel. La Unión Europea tiene establecido el límite admisible en 50 ng para tres de los neonicotinoides analizados y en 10 ng para los otros dos.

Sin embargo, tal concentración sí podría estar afectando a las abejas. En principio, estos himenópteros no son el objetivo de los neonicotinoides, que afectan en particular a los insectos chupadores o comedores de hojas. Sin embargo, la sucesión de estudios que conectan estos pesticidas con el declive de las colonias de abejas ha llevado a su prohibición total o parcial. Francia, por ejemplo, los ha vetado. En el resto de Europa solo se permiten algunos y para determinados cultivos, como la soja, el maíz o la colza. Este trabajo parece confirmar que también las abejas están expuestas a estos insecticidas, ingiriéndolos junto con la miel.

Siete de las mieles proceden de España. Dos no tenían rastro de insecticidas y otras dos de tres diferentes

«Es importante destacar que los niveles hallados son promedios basados en la miel producida a lo largo de toda la temporada y son suficientes para tener un efecto negativo en cualquier insecto polinizador», comenta el neurobiólogo de la Universidad de Dundee (Reino Unido), Christopher Connolly. «Estos niveles de contaminación pueden provocar grandes problemas en las funciones cerebrales de la abeja y en su capacidad para forrajear y polinizar nuestros cultivos y nuestras flores», añade.

El neonicotinoide más presente es el Imidacloprid, hallado en el 51% de las 198 muestras. Es un desarrollo de Bayer, que lo comercializa bajo diversos nombres. Desde la compañía destacan los niveles de residuos están «muy por debajo de los límites de seguridad en humanos». Además, recuerdan que evaluaciones de riesgo ambiental llevadas a cabo por autoridades como la Agencia de Protección Ambiental de EE UU han mostrado que los niveles detectados en el estudio «están clara y consistentemente por debajo de los niveles que podrían suponer un riesgo para la salud de las colonias de abejas de la miel».

A finales de año, las autoridades europeas tendrán que decidir su aplican una moratoria a la prohibición parcial al uso de determinados neonicotinoides, si la levantan o incluso la amplían. El problema es que, como recuerda Connolly, «los neonicotinoides son unos insecticidas muy efectivos y con baja toxicidad para los humanos». El hecho de que se encuentre su rastro en tantas mieles puede afectar a la decisión que se tome.

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