En general, los problemas de bienestar durante todo el proceso productivo en cualquier especie de abasto tienen efectos negativos sobre el crecimiento y el índice de transformación. En efecto, muchos problemas de bienestar causan una respuesta de estrés, que reduce tanto el consumo de alimento como la eficiencia de la transformación del alimento en energía.
La respuesta de estrés es la estrategia fisiológica que desencadena el organismo para hacer frente a los retos ambientales, sin sufrir demasiadas alteraciones. El estrés está presente en varias fases de la vida del animal, tales como el destete, la mezcla de animales o el transporte. Los cambios que sufre el organismo durante la respuesta de estrés tiene múltiples consecuencias. Y una de ellas es la nutrición.
Estudios recientes han demostrado la importante relación entre el sistema nervioso central y el aparato digestivo en situaciones de estrés. Funciona de la siguiente manera:
En primer lugar, el estrés provoca una disminución de la ingestión voluntaria, a través de la inhibición del apetito. Entre los efectos del estrés sobre el aparato digestivo también está la alteración de la permeabilidad de nutrientes en las células intestinales, lo que desencadena una disminución de su digestibilidad. En estas circunstancias, los nutrientes presentes en la luz del intestino dejan de ser accesibles para el organismo y se excretan en el contenido fecal, representando no solo una pérdida económica sino también un impacto para el medio ambiente
En segundo lugar, los efectos del estrés en el aparato digestivo pasan también por la alteración de la microbiota entérica, provocando un desequilibrio del microbioma intestinal. Esto deriva en la aparición de patógenos intestinales que pueden ocasionar la aparición de diarreas.
En conclusión, las fuentes de estrés deben ser reducidas al mínimo o, en su defecto, sus efectos deben ser mitigados, a fin de reducir el impacto del estrés sobre la nutrición, el crecimiento y el bienestar de los animales.
Fuente: Nutrinews.