Una veterinaria lucense recorrió 36 granjas para estudiar el bienestar de reses de raza frisona.

Una vaca sana, bien alimentada y que vive en unas instalaciones confortables produce más leche que otra que no se desarrolla en estas condiciones. Lo comprobó la veterinaria Ana Bugueiro, que está elaborando su tesis doctoral sobre este tema. Recorrió 36 granjas de las provincias de Lugo y de A Coruña, revisando 30 parámetros que forman parte de protocolos europeos que sirven para medir el bienestar animal. Un adelanto de las conclusiones a las que llegó en su estudio lo presentó en el congreso de etología, que se celebró el pasado fin de semana en la Facultad de Veterinaria y que organizó la la Asociación Universitaria de Etología Clínica. Bugueiro habló de grandes animales, que son su especialidad, y en concreto de vacas frisonas.

Según Bugarín, una vaca lechera tiene que estar tumbada entre 11 y 14 horas. Cada hora de menos que pase en esa posición repercute en la producción y supone un kilo menos de leche, de ahí la importancia de los cubículos del ganado.

«Lo bueno del vacuno -señaló la profesional- es que cualquier mejora en salud, alimentación o instalaciones tiene su fiel reflejo en el rendimiento de la res». «Si el bebedero está limpio -añadió-, también consume más agua y aumenta la producción de leche. No podemos olvidar que el 80% es agua».

La profesional comprobó en su trabajo de campo que los ganaderos son conscientes de lo que ella demostró; sin embargo, en muchos casos no pueden ponerlo en marcha por la sobrecarga de trabajo a la que están sometidos. La rentabilidad de la explotación no les permite tener empleados.

Las peores prácticas que constató en su recorrido por las granjas fueron: la falta de limpieza en los bebederos; la abundancia de cojeras en las vacas porque sus dueños no pueden permitirse un desembolso en podología con la periodicidad necesaria, lo que lleva aparejadas cojeras de tipo severo, y los problemas en el comportamiento social de los animales, derivados de los lotes que conviven y como consecuencia de que hay animales dominantes que tratan de controlar al resto y que lo consiguen, (por ejemplo, en la alimentación).

Sin embargo, uno de los principales problemas de bienestar animal constatados por la profesional fue el descornado. De las granjas que recorrió solamente una de ellas había utilizado analgésicos. «Un valor que puntúa de forma muy negativa -dijo- es el dolor, y las granjas, a la hora del descornado no usan ni anestesia ni analgesia, y con un quemador, no con pasta caústica».

En las granjas gallegas están desterrados los malos tratos, salvo en casos muy puntuales, como reconoce la veterinaria. «Ya no se usan las varas para guiar el ganado- Se emplean solo en las peleas entre vacas. Las frisonas son animales muy fáciles de llevar».

«Cualquier ganadero sabe -explicó la veterinaria Ana Bugueiro- que las vacas no pueden tener ningún tipo de miedo porque supone que estén estresadas y en esa situación producen menos leche».

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